Pasamos más del 70% de nuestra vida respirando el aire del interior de edificios cuya calidad es habitualmente 5 veces peor que la del exterior.
Los sensores de CO2 instalados en una estancia transmiten cada 20 segundos el dato de concentración a nuestra plataforma digital, que calcula la cantidad exacta de aire fresco que entra a cada minuto. Pudiendo dar respuesta a preguntas cada vez más comunes, tales como, cuándo ventilar, qué aforo tiene una sala, o si hacen falta sistemas de purificación.